Rafael Aguilar: Maribel

2022-08-13 14:23:23 By : Mr. Mike Ma

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CAMBIA el bípedo. Reúne. Dale cariño, caricias. Recuerda que pesa mucho más que tú, y que tiene más fuerza, que te va a ganar como no estés más listo que él. Oblígalo, con tacto, a que no acorte las curvas, saben más de lo que parece. Dulcinea se ha levantado hoy con querencia. Especial, que se lo llevan el martes a otra cuadra, se pone nervioso con el mal tiempo, y mira que hoy ha amanecido nublado. ¡Romeo, no seas como eres! Es más tontorrón...». Cada domingo, a un paso del nuevo cinturón verde que rodea ya, o casi, a la ciudad, Maribel Ortega Jurado nos daba a sus alumnos una lección de perseverancia, de inteligencia, de amor por los animales. Ella vivía entre ellos. Los quería, a los caballos, como a nadie en el mundo desde antes de ser una niña.

Maribel madrugaba mucho: empalmaba las clases de su casa con sesiones en el Club Hípico

La conocí por casualidad, en la mañana de un fin de semana de hace dos años en la que, deambulando con el coche, fui a dar con su picadero y le pregunté, mientras ella desensillaba a una yegua parda, si admitían a aficionados que nunca hubieran montado. Me dijo que sí, sonriente y afable como era, y allí que estaba uno a los dos días con unas botas altas de goma recién compradas en el Decathlon dispuesto a lo que fuera. La Navidad de ese año libré entre semana del trabajo y paseamos los dos solos por las veredas de La Albaida, y me animaba a galopar entre el monte bajo, como hacía con todo el mundo, si me veía seguro y confiado. Maribel madrugaba mucho: empalmaba las clases que daba en su casa con un maratón de sesiones en el cercano Club Hípico. La última vez que la vi fue este 27 de mayo, en la Feria de Córdoba. Iba con Rafa, su pareja, vestida de corto con un terno azul. Montaba de amazona. Le dieron un premio. Salió en el periódico. Me llamó al día siguiente para agradecerlo y comentarlo. Hace ni un mes que se sintió mal. Vómitos y fiebre en la noche. Lo que parecía un virus de verano se convirtió en una infección letal. Falleció a los tres días. Cuando volví de vacaciones me acerqué a su casa, a llevar un ramo de flores. Lo coloqué al lado de un mural de sus alumnos que decía: «Maribel, siempre con nosotros». En paz descanse.

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